Ficha técnica
Dirección: Andrew Niccol
Guión: Andrew Niccol
Intérpretes: Clive Owen, Amanda Seyfried, Colm Feore, Sonya Walger, Mark O’Brien, Joe Pingue, Iddo Goldberg, Sebastian Pigott, Rachel Roberts, …
Música: Christophe Beck
Género: Ciencia ficción .Thriller
Fotografía : Amir M. Mokri
País: Reino Unido
Año: 2018
Duración: 100 minutos
Crítica
Es un capitulo muy largo de Black Mirror pero con menos interés que cualquiera de ellos. No inquieta y no nos engancha. En general es como su música, irrelevante, anodina y aburrida.
El argumento se basa en futuro distópico en el que no hay anonimato ni crimen en el que irrumpe una chica que rompe las reglas y amenaza el sistema. Esta misteriosa mujer puede borrar acontecimientos de nuestra memoria como las pastillas erosionadoras de memoria del libro Tokio ya no nos quiere de Ray Loriga. La duda aquí radica en si por borrar las imágenes de nuestra memoria borra también nuestro recuerdo. Me explico, si viajamos con alguien pueden borrarnos la imagen de ese alguien pero entiendo que seguiríamos manteniendo el recuerdo de que fuimos con alguien, recordando incluso su nombre aunque no su imagen. En fin, divagaciones que no afectan al desarrollo de la historia pero que comentó porque se me hizo muy limitada y superficial, es decir, otro de los habituales contenidos de Netflix (algunos son buenos).
En esa sociedad ya no existe el anonimato y la intimidad puede ser violada si las autoridades lo requieren puesto que todo está grabado y puede ser requerida su visualización. Las cámaras son omnipresentes cual Dios controlador puesto que cada persona es una de ellas y además de alta definición. Existe una opción “bastante original” llamémosla “ojos del asesino” en que las miradas pueden intercambiarse (me hizo pensar en Días extraños). En la medida que todo lo que vemos es grabado implica que hay una cámara y una tecnología detrás y que como toda tecnología puede ser hackeada. Cambiar la imagen de lo que tenemos delante por otra imagen se me antoja metáfora de los noticiarios en los que la realidad no importa, solo la imagen que nos ponen ante los ojos y dentro de nuestro cerebro. Todo sea por el control, la transparencia, la seguridad,… y todas las cosas que se puedan vender para recortar libertades.
Lo que vemos en pantalla es exagerado pero no muy lejano a nuestro día a día. Nuestros móviles ya reconocen y clasifican imágenes, tenemos reconocimiento facial, la información es abundante, el almacenamiento prácticamente ilimitado, existe todo tipo de algoritmos,… y los creadores de Google tienen entre sus proyectos conectar la Red al cerebro.
Gran cantidad de planos cenitales y en general todo rodado con oficio pero sin aparentes ganas. Los actores deambulan por la película y solo podemos decir que son famosos. Es curioso que haya sido dirigida por Andrew Niccol cuya primera película fue Gattaca, además de ser el guionista de El Show de Truman, ambas muy buenas películas.
Se deja ver, se olvida pronto y poco más.
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