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Internet, poliamor y otras cosas que no sabemos bien como funcionan

Por la 16ª edición del certamen Vinaròs en Curt Felipe Osanz paso el cortometraje Internet, poliamor y otras cosas que no sabemos bien como funcionan. Crítica de Véronique Gille:

Este cortometraje, cuyo título por sí solo anuncia los temas abordados, es el recorrido de un don Juan de hoy (el protagonista masculino se llama Juan) que presenta, argumenta y demuestra sus razones para conseguir sus fines, o sea tener una relación de “toqueteo” íntimo con su coinquilina. Las palabras, siempre las mismas palabras, pero actualizadas, de los don Juanes conocidos de la literatura entre otras cosas. En el caso que nos ocupa, Juan utiliza una avería de la conexión con internet para llevar a bien el juego de seducción con su coinquilina manejable, aprovechando la lejanía momentánea de su novio que está de viaje. Y todos sabemos que los ausentes siempre tienen la culpa de… estar ausentes.


Para la ocasión el truco de la avería de la conexión con internet acude en ayuda de ese don Juan fanfarrón que no retará ni a Dios ni a un Comendador. Como él mismo lo asegura “…te cambia la forma de ver el mundo sin internet…” y eso permite al sexo masculino -en todas las acepciones de la palabra- “pensar”. La imagen del cortometraje es sombría, sumida en una semi oscuridad y realza la sensación de lo escondido, lo engañoso. Los numerosos planos fijos (campo/contracampo) representan relaciones hombre/mujer fijadas en el tiempo sin verdadera evolución y mentalmente paradas. Filmar a Juan que habla y persuade enseña hasta qué punto el juego de atracción de hoy sigue tan truncado como antaño y le compete a la manipulación de los fantasmas íntimos.


El decorado sencillo y sin florituras también señala que estamos en la cotidianeidad de la mayor parte de la gente. De modo inconsciente o no, el cortometraje patentiza que la vida es como en la tele. La vida se convierte en un espectáculo “plataformado” de serie e igualmente el lenguaje se ha vuelto “teleoperador”. La vida es como un contrato telefónico: todo sin compromiso, pero con ofertas y opciones idénticas a las de un toqueteo compartido y sin futuro. Y por supuesto el amor también es eso. ¿Qué verdadero sentido darle a la palabra “poliamor”? ¿Por qué esta palabra? ¿No se habría de usar mera y sencillamente “polisexo” y así las cosas quedan claras?


Hay que reconocer que la situación es divertida en el film y quizás no tan chocante en esa sociedad internauta, pero es más bien malsana. Actuar como personajes de serie -los dos actores actúan con mucha naturalidad y convicción- efectivamente es bastante tonto. Sin embargo, el tema merece ser profundizado y por eso este cortometraje consigue mantener la atención de los espectadores. Por supuesto y para concluir cualquier parecido con personajes existentes no es pura coincidencia….

Para ver versión en francés pulsar aquí.

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