Película de Payal Kapadia, India, 2024
Crítica de Véronique GILLE, traducción adaptada
Duración: 118 min.
Año: 2024
País: India
Dirección: Payal Kapadia
Guion: Payal Kapadia
Música: Dhritiman Das, Topshe
Fotografía: Ranabir Das
Reparto: Kani, Divya Prabha, Hridhu Haroon, Chhaya Kadam, Azees Nedumangad, Anand Sami, Lovleen Mishra, Shweta Prajapati, Tintumol Joseph, Ardra K.S., Sisira Anil CK, Aparna Ram, Kashish Singh,
Género: Drama social. Romántico. Amistad.
La luz que imaginamos es una película de mil y un ruidos, de mil y un silencios. Es una hermosa y necesaria oda a las mujeres indias que, cada día, con su valentía, expresan las formas de opresión que dominan la India, donde no es bueno ser mujer. La directora, Payal Kapadia, optó por no hacer un foco feminista, sino simplemente una película que narra los deseos de tres mujeres sencillas y modestas, tres mujeres normales en una sociedad anclada en la anormalidad de las tradiciones ancestrales. Una viuda, Parvaty, que ha perdido todo interés en esta sociedad por quedar viuda, Prabha, una mujer abandonada por su marido que se fue a Alemania y una joven, Anu, vestida con ilusiones de libertad. Tres mujeres, tres sueños, tres generaciones. Y una ciudad devoradora, Bombay. “La ciudad de los sueños” o “la ciudad de las ilusiones”, como dice uno de los personajes.

En medio de la extensa ciudad de las mil y una luces también vive un joven musulmán, Shiaz, que ama a la joven Anu y es amado por ella. La película refleja los sentimientos que mueven a estos cuatro seres unidos por la ira, la resignación, pero también por la luz y los sueños. Se trata, pues, de una película manifiesta que constituye un bello espectáculo gracias a un sutil equilibrio entre lo onírico y el mensaje. Ciertamente, las heroínas siguen siendo arquetipos – la viuda, la mujer abandonada, la joven rebelde -, pero Payal Kapadia despliega una energía suave en la puesta en escena de los deseos de estas mujeres y sólo nos puede repugnar la vida que les ofrece o promete la sociedad india. Sin embargo, la película no cae en la caricatura: más bien fascina por sus ligeros destellos (todas estas luces interiores encendidas para imaginarlas mejor) y sus rupturas de tonos que pasan de la realidad al sueño, desactivando así el patetismo.


La película está teñida de audacia y se deja llevar tanto por la voluntad de la directora como por la de las actrices, muy buenas intérpretes. Asimismo, la preocupación de la cineasta por darle a estas protagonistas la posibilidad de soñar sugiere la imposibilidad de condenar el sueño al silencio y para ello pasaremos por alto los pequeños fallos de la película. La directora se atreve a mostrar que estas mujeres diferentes y similares se enfrentan a sus demonios soñando con el amor y con otros lugares. Por eso la película es oscura, sombría y al mismo tiempo solar, luminosa. Son cáscaras vacías, sombras con el destino helado que, gracias al sueño, volverán a sentir la emoción de la alegría mientras que para ellas la ternura y la felicidad son impensables. A pesar de la situación diaria que viven, Payal Kapadia elige el camino del optimismo sobrio y sencillo.


Los saris de colores, a menudo brillantes, iluminan un entorno inmerso en los azules y verdes oscuros de la ciudad o en el tono arenoso del pueblo costero donde una de las heroínas tiene una casa. Colores, pero también música, porque en la India nunca se olvidan la música y el baile. Es también por este medio que renace la esperanza de emancipación a través del personaje de Anu que intenta, no sin dificultad, imponer su libertad de amar. Prabha, de unos cuarenta años, se debate entre el miedo y la admiración y sueña con ser como ella sin atreverse realmente a creerlo. Sin embargo, es Anu quien le dará la fuerza para tomar las riendas de su destino permitiendo a esta Penélope india imbuida del deber femenino dejar de creer en el regreso de su marido y afrontar la forma en que la sociedad, con sus códigos estrictos y su moral, modela directamente la vida de los personajes. Una fotografía hermosa y clara y una hermosa banda sonora reforzada por notas de piano repetitivas completan la película. Además, la narración es delicada en varios niveles: la crítica a la sociedad india, los pensamientos de Prabha, la olla a presión enviada desde Alemania, la decidida elección de Anu, la amorosa dulzura de Schiaz.

La película muestra el perpetuo movimiento de estas mujeres que caminan, viajan a pie o en autobús y terminan moviéndose internamente. Algunas escenas tienen una belleza innegable que llena los ojos de placer. Una pequeña joya popular con una banda sonora que ayuda a que el trabajo sea personal. El universo simbolista de la cineasta predomina como si la película pretendiera ser una parábola y una reflexión sobre el futuro de las mujeres en la India. A su manera, los protagonistas son poetisas que navegan entre la realidad y otro mundo: el de su deseo, de ahí este universo onírico. Estamos casi más cerca del universo de un autor que de las convenciones del cine de género. Un sentimiento de extrañeza se propaga en un marco realista que recorre toda la película, dándole una dimensión poética porque su interés es la brecha entre el mundo de la realidad y la imaginación. Bella y sencilla como Prabha, con aspecto de pájaro herido, con su mirada melancólica bajo su máscara protectora y su actitud de mujer resignada, pero que sin embargo no se rinde.
Reconocimientos:
Nominada al Globo de Oro a Mejor Dirección y Mejor Película Internacional
Nominada a los Premios de la Crítica Cinematográfica y a los Premios Lumière
Nº1 en la lista de mejores películas del año de la revista Sight and Sound
Premio Gotham y Premio Círculo de Críticos de Nueva York a Mejor Película Internacional y Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes
Para ver la versión en francés pulsar aquí.
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