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Drama, Familia

LA SEMILLA DE LA HIGUERA SAGRADA

Película de Mohammad Rasoulof, Irán, 2024                                               
Crítica de Véronique GILLE, traducción adaptada

Duración: 168 min.

Año: 2024
País: Iran, Alemania y Francia
Dirección: Mohammad Rasoulof
Guion: Mohammad Rasoulof
Música: Karzan Mahmood
Fotografía: Pooyan Aghababaei

Reparto: Misagh Zare, Soheila Golestani, Mahsa Rostami, Setareh Maleki, Niousha Akhshi, Reza Akhlaghi, Shiva Ordooei, Amineh Arani
Género: Drama social. Familia.

      Un cineasta y sus actrices huyeron de su país después de rodar y actuar clandestinamente en Irán, tal fue el precio del éxito obtenido por Mohammad Rasoulof y sus actrices, Masha Rostami (Rezvan), Niousha Akhshi (Sadaf) y Soheila Golestani (Najmeh). Los cuatro viven ahora en Alemania, lejos del régimen dictatorial y represivo de los mulás. Quizás algún día les sigan Misagh Zare (Imán) y la joven Setareh Maleki (Sana). En el origen de la película, la muerte de Masha Amini por negarse a llevar un velo liberticida que resalta el carácter altamente criminal de Irán. La población es sacrificada –sobre todo los jóvenes– como los miembros de esta familia media: el padre a punto de convertirse en juez de instrucción, la madre, guardiana del templo familiar y de sus valores intocables y sus dos hijas, Rezvan y Sana que no se dejan engañar por la situación que se les impone gracias al carácter disruptivo de Sadaf.

       El personaje materno, Najmeh, bien interpretado por Soheila Golestani, permanece atrapada la mayor parte del tiempo, congelada en un sillón, en medio del sofá, frente a la puerta de su apartamento. Ella espera. Vive el honor, el decoro, el código familiar como sacerdocios inquebrantables y se lava las manos de las injusticias y el malestar social hasta el momento en que Sadaf, una amiga de Rezvan, entra en su guarida. Con Sadaf vienen también los gritos, los disparos, los eslóganes que sacan a la familia de su cómodo letargo. Los rumores corren de calle en calle, de casa en casa, de celular en celular. La espiral de violencia crece en el país mientras el bullicio sube en las cabezas de la gente para instalarse allí y sacudirlas. Los iraníes ya no son sombras y han salido a las calles. Najmeh permanece demacrada, temblando, pero las palabras, las de Rezvan, resuenan en las habitaciones, es un grito porque hace tiempo que ha sido sofocado y empujado por esta joven que quiere salvar a su amiga de los verdugos.

       Esta película nos cuenta la carrera hacia la libertad y la lucha contra el padre mimado como un niño al que su mujer arropa todas las noches, un hombre cómplice y sumiso, alienado y alienante. También nos habla de las cicatrices de la venganza criminal de los mulás que transforma la solidaridad en miedo, la ayuda en denuncia. Al refugiarse en casa de Najmeh e Imán, Sadaf se convierte en una afrenta para Najmeh que intenta esconderse en mentiras, pero Imán no tardará en descubrir la “traición” familiar y su metamorfosis de padre a justiciero será deslumbrante. Ambos padres tomarán un camino completamente opuesto porque su estructura mental se romperá. El padre ya no será padre y la madre volverá a ser madre para oponerse al dogmatismo alucinante, instrumento de venganza doméstica. El largometraje no evita la idea de que en Irán la lucha es también -y quizás especialmente- femenina.

Así, la persecución entre los cuatro miembros de esta familia en las ruinas de un pueblo es un lugar altamente simbólico. Ya no hablan: gritan, jadean, corren, esperan y luego se enfrentan. La familia se ha desmoronado trágicamente y el régimen también, aunque resiste. Pero Mohammad Rasoulof muestra claramente que el proceso de alienación está monstruosamente bien organizado hasta que los seres ya no son nadie. Sólo cuerpos en movimiento y mentes vaciadas de toda sustancia. En la película rara vez hay un rayo de luz, a menudo nos orientamos por los tonos grises de la ropa, nos guiamos por las conversaciones privadas de los padres, de las dos niñas que intentan saber, los únicos rayos de luz visibles son los de los celulares. Y el espectador se desliza entre escenas largas, a veces innecesariamente largas.

     El problema de la película es que cuesta creer en la sinceridad de este individualismo que obstruye muchas escenas. Es un ir y venir frecuente de intereses particulares que rápidamente borra la emoción. Entonces nos volvemos insensibles, por ejemplo, al sufrimiento de Sadaf, que desaparece del argumento de la película y se  convierte en un pálido pretexto, apenas creíble. La película se cierra con una tragedia familiar, olvidando la tragedia colectiva que cimentó la construcción de la película. Fuera de la pantalla, la historia de los torturados, los encarcelados, los que nunca regresarán parece bastante diferente. La historia individual no se abre realmente a la historia colectiva a pesar de las escenas callejeras tomadas de la vida real que marcan la película. Planes breves, pero ¿son imprescindibles? Es cierto que la película ilumina, pero no te mantiene en suspenso. Quizás esto se deba a las condiciones de rodaje que no conviene olvidar.

      Sin embargo, el interés de la película es hacer dudar al espectador por momentos, hacerle cambiar de bando varias veces a medida que se desarrolla la trama. El director utiliza el teatro íntimo para destilar la idea de que en Irán se practica la mentira y la manipulación a todos los niveles. Los comportamientos impuestos por el régimen merecen ser cuestionados. Por eso la puesta en escena sigue muy de cerca a los personajes utilizando escenarios cerrados (apartamentos, oficinas, coches, aparcamientos, etc.) dando humanidad a la película. La obra ha llegado hasta nosotros a pesar de las numerosas dificultades de rodaje y no podemos más que saludar la valentía de su director y de sus actores. Es un drama familiar bastante bien construido en una sociedad bloqueada por sus tabúes. La unidad perdida de la sociedad, de la pareja, del individuo va acompañada también de la pérdida de la inocencia porque el cine no está acostumbrado a adormecer ilusiones. Es una película tensa a la que, sin embargo, le falta intensidad. A través del microcosmos de una familia rota, este drama refleja el estado mental neurótico de una población desorientada por años de dictadura político-religiosa que produce monstruos.

Para ver la versión en francés pulsar aquí.

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