Película de Julio TORRES, Estados Unidos, 2023
Crítica de Véronique Gille, traducción adaptada
Duración: 104 min.
Año: 2023
País: Estados Unidos
Dirección: Julio Torres
Guion: Julio Torres
Música: Rob Rusli
Fotografía: Fredrik Wenzel
Reparto: Tilda Swinton, Julio Torres, RZA, Greta Lee, Catalina Saavedra, James Scully, Larry Owens, Laith Naki, Greta Titelman, Miles G. Jackson, Spike Einbinder, Jason Furlani, Vincent Ford
Género: Comedia. Fantástico.
Problemista es un placer de comedia ochentera y desenfadada. Las verdaderas reflexiones absurdas de la protagonista, Elisabeth, sumergen al segundo protagonista de la película, Alejandro, en insondables abismos de perplejidad. El director, que también interpreta el papel de Alejandro, nos ofrece diálogos sabrosos y escenas escabrosas. Su comedia trabaja de cabeza y convierte a Tilda Swinton en el papel de Elisabeth en una especie de “chica Almodóvar” con salsa americana. El personaje interpretado por esta última está traumatizado por el deseo de organizar una exposición de las obras de su marido, que sólo pinta huevos -que recuerda a un tal Salvador Dalí- y ha decidido congelarse criogénicamente. Alejandro, un joven salvadoreño que busca una visa, aspira a convertirse en diseñador de juguetes y norteamericano por derecho propio.



La película es una escalada burlesca salpicada de diálogos agudos y humorísticos. Se suceden escenas de más de tres minutos de pura comedia, verbal y gestual, con Tilda Swinton sublime. Sus vagas exigencias artístico-políticas (aunque…) y sus acciones contundentes a menudo están fuera de lugar (aunque…). Si las escenas suelen ser tan divertidas es porque prácticamente no existen: estallan en todo tipo de risas. Los diálogos, las actuaciones, muy buenas, la forma de filmar aún está en proceso. El cineasta – director, guionista, actor protagonista – y su actriz protagonista se divierten y se divierten de todas las formas posibles. Julio Torres practica el humor burro como un talentoso artista de pantomima, excelentemente asistido por Tilda Swinton, y lo hace con descaro.



El absurdo, la confusión lingüística y el carácter caricaturesco de la película quizás convierten algunas secuencias en escenas de culto. Tilda Swinton se entrega al burlesco chiflado (chiflado según los estándares establecidos) en esta película sangrienta y absurda como nunca parece haberlo hecho antes. Cuando despotrica, es difícil no estar de acuerdo con ella, ¡ya que proclama verdades sociales y tecnológicas insoportables! ¡Estamos cansados de esta burbuja de consumo y tecnología en la que estamos hechos para vivir! Toda la actriz está presente en este talento para interpretar muy seriamente la cumbre del ridículo, el grado cero de la indignación política. Y podríamos despotricar: “¡Estamos cansados de todas estas comedias en las que Tilda Swinton está ausente del elenco!”



El director encuentra el ritmo adecuado en el montaje, entre silencios y aprobaciones, sobre todo de Alejandro, convertido en asistente de la fogosa Élisabeth, para recordarnos cómo los oprimidos están de acuerdo con lo que dicen sus reivindicadores jefes. Es una pequeña cumbre de comedia insólita y excéntrica, casi el símbolo de una película que sacude el decoro para obligarnos a mirar el mundo de otra manera. Esta es la razón por la que Problemista convierte el desfase, incluso el más extraño, en un estándar de la realidad. En determinadas secuencias, como Alicia cruzando el espejo de Lewis Caroll, pasamos al otro lado del mundo, un lugar necesariamente divertido ya que allí todo está permitido. Las lógicas se vuelven abstractas y los cuerpos se distorsionan. Allí nos codeamos con las pinturas negras de Goya y los escritos esperpénticos de Valle-Inclán. La película es, por tanto, una mezcla entre comedia y cine de autor que sorprende y la sitúa en una cierta marginalidad asumida.



¿Pero deberíamos simplemente tomarnos el absurdo a la ligera y encogernos de hombros una vez que salgamos del cine? Si a menudo es una palanca cómica, también puede producir una reflexión crítica sobre el estado del mundo, en este caso el de Estados Unidos tan ligado al nuestro. El director ironiza sobre la aceptación de un universo tecnológico que nos abruma con sus inconsistencias en una sociedad esclerótica, enredada en su carrera por el poder de la modernidad sin preocuparse por la humanidad. Multiplica las situaciones grotescas durante un intento de organización de exposición que nunca se alcanza y marca así su deseo de luchar contra los Estados Unidos o, mejor dicho, los Estados des-Unidos, ya que sus líderes se oponen a los ciudadanos afirmando que un ser humano puede ser ilegal. “Ahí está el alcance de su valentía”, como afirma acertadamente Élisabeth durante la película.



En resumen, esta comedia cuenta a la vez el miedo a un Estado policial todopoderoso frente a los emigrantes, los marginados, la ansiedad percibida en los interminables diálogos –¿monólogos?– con la administración, la deshumanización real, pero falto de dramatización por el tono dulcemente irónico de la voz en off de Isabella Rossellini… Cuando empezamos a darnos cuenta de que las películas absurdas y locas tienen sentido es porque, tal vez, ha llegado el momento de preocuparse.



Vista en la 12ª edición del Festival de Cinema Independente Norteamericano de Barcelona:

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