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AMERICANA, Boxeo, Comedia, Drama, Familia

BANG BANG

Película de Vincent GRASHAW, Estados Unidos, 2024

Crítica de Véronique Gille, traducción adaptada

Duración: 103 min.

Año: 2024
País: Estados Unidos
Dirección: Vincent Grashaw
Guion: Will Janowitz
Música: Will Curry, Henry Nelson
Fotografía: Pat Aldinger

Reparto: Tim Blake Nelson, Glenn Plummer, Andrew Liner, Kevin Corrigan, Nina Arianda, Erica Gimpel, Daniella Pineda, Will Janowitz, Kj Dullen, Clayton LaDue, Celina Lamon, Bogdan Szumilas
Género: Comedia. Drama. Boxeo. Familia

       Bang Bang describe bastante bien y en parte el mundo del boxeo en el sórdido y brutal reverso de la ciudad abandonada de Detroit, a través de la vida cotidiana de algunos residentes, incluida una de sus ex estrellas lastimadas. Bang Bang es su antiguo nombre de boxeador en el ring el que da título a esta ficción-eclipse, puro melodrama de hermosa sencillez. La película, por tanto, nos sumerge en esta vida cotidiana que no nos llena de felicidad, pero el director Vincent Grashaw, el excelente actor principal Tim Blake Nelson en el papel del polaco Bernard B. B. Rozycki, alias Bang Bang, los demás actores, y todo el equipo, parecen haber creído en ello. Y los espectadores también pueden creerlo, porque es fácil compartir su fe.

        Bang Bang con su modestia sobre su hombro y su amargura en sus puños ha mantenido un perfil bajo desde que salió del ring. Pero para él la lucha continúa de otra manera que no le hace ceder ante la tristeza, la pobreza, el abandono y el escarnio que es ahora su saco de boxeo. Es una lucha sin complicaciones, porque el cineasta hace una película sin efecto y que entrega su verdad como golpes que envían a políticos y líderes al suelo. También narra el caótico viaje de un brillante perdedor que puede golpear con fuerza. El principal atractivo de este largometraje es, por supuesto, Tim Blake Nelson.

       De hecho, el actor hace gala de una actuación de delicadeza y generosidad, a flor de piel y a menudo justa, por eso puede conmover a los espectadores. Además, el actor contribuye a entregar una realización sin soberbia y la cuenta está saldada. Precisamente, la sorpresa de Bang Bang descansa en su ausencia de grandilocuencia presente a menudo en las películas de combate, en su manera de fluir sin deferencia y con soltura hacia el cine realista. Ciertamente, uno podría pensar en la beatería reborn americana, pero aquí llevada a su dimensión física y dramática. Los destinos de su héroe caído y de Detroit, la ciudad venida a menos, parecen estrechamente entrelazados. La poesía de la desgracia, cercana a lo cotidiano, sin adornos, es otro de los atractivos de la película.

       Bang Bang deja expuestas las heridas de su cuerpo y corazón mientras la película muestra la pasión de un boxeador derrotado y acabado. La película es americana, pero los planos son de “estilo europeo”, cámara en mano, y así es como el director quiere anclar su película en la realidad social, para compartir la miseria de esta población desatendida. En la misma línea, la turbación mantenida entre el declive de Bang Bang y el de la ciudad lleva la película a uno de los territorios predilectos del cine americano, la crisis económica y los que se sienten dejados de lado. Parece un injerto de la forma europea de hacer cine en una historia principalmente estadounidense.

       Bang Bang fue una vez una estrella del boxeo. Cuando comienza la película, está solo, alcohólico, vengativo y vive en un apartamento oscuro que de ninguna manera refleja su gloria pasada. Vincent Grashaw filma su vida un poco como un documental, donde descubrimos que las peleas se parecen a los preludios de los juegos infantiles y que los luchadores están dispuestos a ponerse en peligro por el placer del público y no sólo por las ganancias Sin embargo, durante este tiempo, el escenario tiende sus trampas hollywoodienses: la tormentosa relación de Bang Bang con Jenny, su hija, la venganza latente que el viejo boxeador quiere tomar -a través de su nieto- contra un adversario que alguna vez fue también una estrella y ahora es candidato a alcalde, el inevitable acercamiento de Bang Bang con Justin, su nieto, al que le gustaría convertir en su sucesor. Hay suficiente para crear un melodrama pugilístico… pero el cineasta no abandona a su actor a tal destino.

      Para Bang Bang, es el canto del cisne, pero gracias a Justin, cree que puede renacer como el fénix de las cenizas. Tim Blake Nelson interpreta a un boxeador creíble y habita cada escena de su personaje has been. A pesar de la cierta violencia del tema, la película no carece de ternura ni humor hacia estos personajes maltratados por la vida. Del propio Bang Bang emana un buen sentido de autodesprecio: si quiere que Justin pruebe suerte es porque sabe que es menos difícil que tener su gloria a sus espaldas. En la pantalla contrastan así la fragilidad del boxeador avejentado y la inmutabilidad de un arte que continuará después de él a pesar de la violencia ejercida sobre los cuerpos y utilizado aquí como eficaz herramienta narrativa.

Vista en la 12ª edición del Festival de Cinema Independente Norteamericano de Barcelona:

Bang Bang – Crítica – Versión en francés

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