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Comedia, Festivales, Romántico

EL INOCENTE (crítica)

EL INOCENTE, película de Louis Garrel, 2022

                                                         Crítica de Véronique  Gille

Duración: 100 min.

Año: 2022
País: Francia
Dirección: Louis Garrel
Guion: Louis Garrel, Tanguy Viel, Naïla Guiguet
Música: Grégoire Hetzel
Fotografía: Julien Poupard
Reparto:
Louis Garrel, Roschdy Zem, Anouk Grinberg, Noémie Merlant, Manda Touré, Léa Wiazemsky, Jean-Claude Pautot, Yanisse Kebbab, Florent Masarin
Género:
Comedia. Romance. Comedia romántica

Esta ópera prima, divertida y sutil, de Louis Garrel juega con la relación entre un hijo y su madre, pero también con el miedo a encontrar la felicidad tras la pérdida de un ser querido, la resistencia a seguir los mandatos sociales, entre otros temas. En su película, Louis Garrel mezcla normalidad y anticonformismo, moralidad y amoralidad, realismo y burlesque con… inocencia para sondear con cierta agudeza, incluso una agudeza cierta y bajo apariencias de colegial, lo correcto (el hijo) y lo incorrecto (la madre) en nuestra sociedad. A veces la broma puede convertirse en pesadilla, sin embargo el director termina entregando una reflexión sobre la aceptación del otro sin miedo y  sin reproches. Así declina su fantasía, su humor y su verdad sobre la relación romántica que es un lindo juego necesario para el reencuentro con la felicidad, pase lo que pase.

El humor estrafalario de los diálogos permite una efectiva puesta en abismo de lo que es la buena actuación en el cine dentro del cine durante una secuencia muy memorable, a saber, la escena del bar que da rienda suelta a un atraco bastante épico. Difícilmente nos aburrimos en la película, porque no hay efectos redundantes. Estimula nuestras neuronas sobre las relaciones amorosas a través de las parejas Sylvie/Michel y Clémence/Abel, aunque esto es solo un comienzo y algunos pueden pensar que el final de la película es algo abrupto y frustrante. Nos dejamos llevar con placer por la atmósfera cómica con la benéfica sensación de no saber adónde quiere llevarnos el cineasta. El humor no pierde fuerza y la historia tampoco sufre de un ritmo desigual.

Nada inmoral, nada vulgar en la película que refleja el espíritu burbujeante de su autor. Ofrece una comedia loca donde los actores son irresistibles. Se lo están pasando en grande y si nos lo estamos pasando tan bien es porque se están divirtiendo como niños en una sucesión de escenas, cada una más divertida que la anterior -la escena del bar ya mencionada, la persecución-, porque los personajes se enfrentan a situaciones inimaginables pero realistas desde el punto de vista cinematográfico. Este es el interés de El Inocente (… con la cabeza bien hecha y las manos llenas): no se trata de recurrir a los códigos del decoro de un modo sociológico o incluso psicológico, sino de tratarlos de un modo humorístico, incluso paródico como estética de cine cuyo atractivo radica en sketches que son un desaire al conformismo. Pura comedia.

A veces, nos deslizamos hacia la crítica social y la historia se ve entonces atravesada por la deriva temporal de personajes insatisfechos con su vida que, sin embargo, desafían las convenciones. Louis Garrel logra jugar inteligentemente con los códigos de la comedia burlesca: situaciones inverosímiles, escenas grotescas, inmersiones ridículas para observar mejor nuestra extraña época con una mirada sana y fresca. La comedia romántica es un ejercicio peligroso, pero la película suena a verdad e incluso logra moverse con sensibilidad sin sentimentalismos, porque el director ha urdido una historia inventiva que no prohíbe los sketches dignos de Guiñol. Se trata pues de una comedia alegre, aunque no siempre escapa a los estereotipos del género.

Un espectáculo divertido, porque también vemos una parodia que rinde homenaje al cine negro francés de los años cincuenta y sesenta (¿será un dulce homenaje al abuelo del director, Maurice Garrel, que actuó muchas veces en estas películas en esta época?) . La trama no sufre de este encuentro inesperado que, por el contrario, muestra que el nieto, Louis, tiene madera de actor perfecto y asume indefectiblemente su papel de «espía» cuando se concede el derecho de vigilancia de Michel. Roschdy Zem (Michel), magnético y filósofo, es acosado por sus viejos demonios y también cumple perfectamente su papel de chico malo. Los códigos del cine negro se respetan con sus héroes un poco cansados e impotentes ante el torbellino del destino. Pero, aquí, la deseada tensión dramática está al servicio de la comedia de las secuencias gracias a una cámara nunca estática, siempre dinámica.

Y de vez en cuando, la película despliega un ballet de imágenes brumosas, casi heladas, inmersas en la bruma de la ciudad de madrugada. El decoro del género policiaco y su fetichismo indumentario -la gabardina de Abel, la cazadora de cuero de Michel-, la pistola, los escondites, el robo, la persecución, los coches, las furgonetas donde se amontona el botín, la traición, los primerísimos planos jalonan esta parodia policial y también podrían hacer pensar en una película de Pedro Almodóvar. La película tiene un encanto un  tanto kitsch que le sienta bien ya que todo está en el terreno de la parodia. La película le debe mucho a sus actores (¡mencionemos en particular a la excelente Noémie Merlant!) que hacen de ella una verdadera carcajada, capaz de un humor que dura a lo largo de la película. El Inocente es una película cuya comedia de situación es de rigor y que, esperemos, no envejezca. Finalmente, nos reímos mucho con tantas inocentadas.

Para ver versión en francés pulsar aquí.

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