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Drama, Thriller

EL SUCESOR

Película de Xavier LEGRAND, Canadá, 2023

Crítica de Véronique Gille, traducción adaptada

Dirección: Xavier Legrand
Guion: Xavier Legrand, Dominick Parenteau-Lebeuf. – Novela: Alexandre Postel
Directora de Fotografía: Nathalie Durand
Música: SebastiAn
Reparto: Marc-André Grondin, Yves Jacques, Laetitia Isambert-Denis, Anne-Élisabeth Bossé, Blandine Bury, Vincent Leclerc, Louis Champagne, Mireille Naggar, Marie-France Lambert, Thierry Harcourt

Nacionalidad: Francia
Duración: 112 minutos

Genero: Drama. Familia. Moda. Thriller     

El Sucesor es una historia marcada por una serie de pérdidas. Es una tragedia familiar disfrazada de herencia que hay que asumir tras la muerte de un padre. Este padre es el de Ellias Barnes, un joven diseñador de moda promisorio que está en auge en el mundo de la moda parisina. Debe reemplazar a su maestro, que también ha muerto. Ellias se convierte en su sucesor tras el gran éxito de su primera colección en París. Pero un viaje improvisado y obligatorio a Montreal trastoca una campaña publicitaria. La película adopta el punto de vista de Ellias, ansioso, angustiado, que ve su vida patas arriba por un viaje no deseado hacia sus orígenes, hacia su pasado. Montreal, un padre al que había excluido de su vida durante veinte años. En el papel protagonista, el actor Marc-André Grondin con su mirada de niño es magistral, fascina y conmueve.

     Es una inmersión profunda en el alma humana donde encontramos el toque hábil y lúcido de Xavier Legrand, ya notado en su primer largometraje, Custodia compartida (2017): puesta en escena ocultando una maraña de neurosis destructivas. El protagonista se pone a prueba cuando se enfrenta a las huellas de su pasado. Pero la película no termina ahí; es también el cruce de dos vidas en un mundo de mentiras, falsas apariencias y frustraciones que se combinan con la monstruosidad. El padre tiene un secreto y Ellias lo heredará. Entonces será su sucesor y él también tendrá su secreto. Xavier Legrand hace la autopsia de la caída de su personaje sin emitir ningún juicio, con la cámara al hombro. La puesta en escena, llena de realismo, marca a veces demasiado su territorio, pero tiene el mérito de no contentarse con representar sabiamente una trama sutil y dirigir a actores a menudo formidables.

     De hecho, los actores no son indignos. La película es una verdadera oportunidad para Marc-André Grondin de demostrar su talento en el papel de Ellias – cuya vida está llena de buenas intenciones, pero el infierno está a sus puertas -, de irradiar ese modesto brillo que lo caracteriza en una historia tenebrosa. Varios personajes secundarios ponen de relieve la angustia de Ellias: la consejera Judith, el conductor Pierre-Luc, el amigo del padre Dominique (Yves Jacques, impecable), la amiga de la infancia Minna, la doctora (Anne Loiret, convincente). Lo más acertado de la película tal vez resida en la descripción que sugieren estos mismos personajes secundarios de las relaciones inexistentes y altamente conflictivas entre Ellias y este padre fallecido al que nunca amó y al que no había visto en veinte años. Sin embargo, Ellias quiere, en nombre de la amistad de Dominique hacia su difunto padre, intentar reparar este vacío familiar.

     Pero en este intento de reparación, corre hacia el desastre y cae, paralizado por una especie de negación, incapaz de expresar con palabras los hechos que se ve obligado a vivir a causa de su padre. Tragedia moderna a imagen de la tragedia griega. Esta vez, Ellias es el antihéroe y se sumerge en una espiral descendente. La película atrapa al espectador gracias a este personaje que tiene algo duro, tierno, suicida, pero también gracias a sus efectos sorpresa y sus giros y vueltas. Encontramos una habilidad en esta intrincada historia que nos lleva por una pista falsa hasta el descubrimiento de una trama maquiavélica. El cineasta disfruta mucho al desplegar su tema. Este largometraje impresiona también por la maestría del suspense. La oscuridad de la trama se encuentra así en la atmósfera opresiva de los suburbios de Montreal, con sus bonitos chalets con grandes ventanales voyeuristas y sus calles asfixiadas bajo la nieve.

      El cromatismo de la película también es simbólico. Xavier Legrand juega con las metáforas de la suciedad (el cubo sucio del sótano que desencadenará las preguntas de Ellias) y lo sombrío. Muchos colores azulados, verdosos, que evocan a una morgue transitando por la atmósfera angustiosa y lóbrega del bosque al amanecer. El director multiplica los escenarios fríos e incorpóreos en los que se mueven los protagonistas, en particular la casa del padre, una vez desprovista de cualquier rastro de vida. Escenarios de crimen, suspenso, cuento oscuro y terror. Iluminación espeluznante, temas de la ansiedad, de la noche, escenarios naturales al aire libre, talento de dirección, todo se combina para llevar el expresionismo de la película a su punto máximo. El drama banal se convierte en un thriller y la situación en una pesadilla. Ellias se encuentra en el ojo de la tormenta. ¿Dónde está la esperanza? El director filma y reproduce mediante el montaje la febrilidad, el terror y el agotamiento de Ellias, que conserva su dignidad, especialmente durante la secuencia del funeral, cuando el hijo se convierte en la sombra dolorosa del padre a través de sus lágrimas incontenibles.

     El cineasta confía en la encarnación de su actor y en la inteligencia del espectador, algo que no es tan habitual. No es sólo su atmósfera y su construcción dramática lo que hace que la película sea apasionante: la delicadeza y precisión de la psicología de los personajes también permiten que el espectador se interese por este drama. Por ejemplo, en los encuentros entre Dominique, el fiel amigo del padre, y Ellias, el hijo hostil, se ofrecen numerosos planos/contraplanos, creando así una oposición entre los dos personajes que dice mucho del odio del hijo. Incluso más allá del dominio del acto creativo, la película de Xavier Legrand parece nutrirse de lo que es el director, de su relación con el mundo y con los demás. Es de esperar que todavía estemos lejos de haber terminado de escuchar todo lo que tiene que decirnos, todo lo que tiene que susurrarnos…

Vista en Americana Film Fest, 11ª edición.

Para ver la versión en francés pulsar aquí.

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