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Comedia, Drama

EX MARIDOS

Película de Noah Pritzker, Estados Unidos, 2023

Crítica de Véronique Gille, traducción adaptada

Dirección: Noah Pritzker
Guion: Noah Pritzker
Director de Fotografía: Alfonso Herrera Salcedo
Música: Robin Coudert
Reparto: Griffin Dunne, James Norton, Miles Heizer, Rosanna Arquette, Eisa Davis, Lou Taylor Pucci, Natalie Gold, Pedro Fontaine, …

Nacionalidad: Estados Unidos
Duración: 99 minutos

Genero: Drama. Comedia. Familia.     

Ex Maridos es una comedia ligera, pero también un drama silencioso. La película de Noah Pritzker nos adentra en un mundo de hombres: el abuelo Simon, escritor, el padre Peter, dentista, los dos hijos, Nick y Mickey, camarero y ejecutivo respectivamente, los amigos de Nick, el amante de Mickey. Hombres abrumados, solos, abandonados, perdidos. El cineasta se divierte -un poco- dinamitando las convenciones sobre la masculinidad. Son hombres que tienen miedo, que dudan, que lloran, que no temen sentirse abrumados y que, por tanto, son profundamente humanos. Noah Pritzker observa las relaciones conflictivas de estos hombres, en particular entre Peter y sus dos hijos, quienes inesperadamente se encuentran en un lugar paradisíaco, Tulum, para la despedida de soltero de Nick, el hijo mayor. Peter, no invitado, está allí para escapar por un tiempo de la dolorosa realidad de su divorcio con María, la madre de sus hijos.

    Se deslizan dos historias: las de Peter y Nick, la primera cronológica y lineal, la segunda ayudada por flashbacks. Se podría insertar una tercera historia, la de Mickey, pero es breve y el personaje, sabio y sensato, permanece en un papel secundario al igual que el personaje de María (Rosanna Arquette), la ex esposa. Peter es un ser herido y se protege con una ironía tierna y a veces locuaz que intenta exorcizar su herida. La película crea una atmósfera familiar que pretende ser introspectiva acompañada de una irrisión aterciopelada, pero que también impone las contradicciones de sus personajes. Mentiras, fingimientos, engaños… Y poco a poco todo va cambiando: nada se ajusta a la apariencia del inicio del largometraje. Peter finalmente siente un dolor leve y Nick pasa del miedo a la convicción. El paso del tiempo sosiega y poco a poco el padre y el hijo mayor, antes distantes,  se funden en un solo personaje. Asombrosa metamorfosis llevada a cabo por dos buenos actores, Griffin Dunne y James Norton, llenos de naturalidad y sinceridad.

     Vemos la película con cierto placer, pero también con malestar por la longitud del guión. En el fondo, Ex Maridos es una historia del estatus social masculino, una historia de compromiso cuestionado o no, de asumir responsabilidades o no, mezclando explicaciones del pasado y del presente para abrir mejor el camino al futuro siempre condicional. Pero lo que podría haber sido una oportunidad para una película con ritmo carece de energía y los guionistas no triunfan del todo en su intento, aunque ofrecen a los protagonistas papeles cuidadosamente escritos. Por tanto, la película podría haber sido más delirante en el contexto temático de una libertad redescubierta o deseada. Podemos ver también, si queremos, otros temas como la confianza, el amor filial, la tolerancia, el compromiso, la huida, la muerte, temas todos ellos que abarcan la reconstrucción de un espíritu, de un designio de ruptura con las convenciones establecidas.

     Asimismo, el cineasta no escapa a la caricatura en su puesta en escena del cuestionamiento amoroso. Derriba muchas puertas que ya están abiertas de par en par. Algunas situaciones divertidas hacen sonreír, otras menos porque el guión lucha por encontrar resortes cómicos sobre los cuales rebotar. Sólo quedan entonces algunas consideraciones generales, ciertamente justas y comprobadas. La película se vuelve más convincente cuando gana en gravedad y Noah Pritzker recoge dos o tres verdades sobre los resentimientos acumulados o las decisiones vacilantes. Además, los diálogos machacones no aportan tonus y el tejido argumental es demasiado fluido, enredándose en los clichés de una marcada comedia que duda entre el melodrama y la farsa. Nada muy nuevo en esta sucesión de situaciones adornadas de personajes secundarios en los que realmente no creemos. La banda sonora invade muchas veces nuestro espacio y nuestra atención, llenando -es posible- los vacíos de la dirección.

     Es una película un poco deprimente, un poco alegre, seria y frívola con sus vacilaciones y lo no dicho de la gente corriente. La visión de la pareja no es siniestra, pero contiene un séquito de ambigüedades, dudas y ansiedades: el miedo al conformismo social, la imposibilidad de decir si todavía se ama al cónyuge, los deseos evanescentes, las fantasías. Bosquejo de personajes a la vez particulares y universales, el director muestra una película-espejo que remite a cada uno a su propia experiencia conyugal. De ahí la irónica visión final. Sin embargo, lo que emerge es la certeza de volver a levantarse después de cada golpe recibido, unida al profundo deseo de dejarse arrastrar por el torbellino de la vida. No es probable que la película disguste a los candidatos al matrimonio ni asuste a las parejas tentadas por el compromiso o la ruptura, pero tal vez envíe a los espectadores potenciales a otra parte que no sea el cine. Porque es cierto que podemos acabar dejando lo que vemos con una adormecida indiferencia. Y la película nos deja también. Un divorcio por mutuo consentimiento.

Para ver la versión en francés pulsar aquí.

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