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Adolescencia, Comedia, D’A, Drama, Familia

HOLY COW

Película de Louise COURVOISIER, Francia, 2024

Crítica de Véronique Gille, traducción adaptada

Duración: 110 min.

Año: 2024
País:  Francia
Dirección: Louise Courvoisier
Guion:
Théo Abadie, Louise Courvoisier
Música: Charlie Courvoisier, Linda Courvoisier
Fotografía: Elio Balezeaux

Reparto:  Clément Favreau, Luna Garret, Mathis Bernard, Maïwene Barthelemy, Dimitri Braudry
Género:   Drama. Comedia. Familia.

       Todo está bien en el campo más francés posible, el del Franco Condado (“Franche-Comté” en francés) donde, como su nombre indica, se elabora el mejor del gruyer de Comté. Holy cow es una pequeña comedia simpática que seguramente pretende ser (un poco) una fábula social. Las primeras escenas de la película tienen características de película local que se reducen a algunos elementos metonímicos: el título, una perfecta palabrota de la campiña francesa que expresa asombro, incluso admiración, los bailes de los sábados por la noche donde se exacerban las rivalidades entre bandas de pueblo, el alcohol, la música flon-flon, el acento rural, la competencia agrícola, la historia de amor entre dos miembros de clanes opuestos o Romeo y Julieta en el país de las vacas, etc…, etc… sin olvidar la lección sobre la fabricación del gruyer de Comté y el parto de una vaca.

       Así que aquí estamos, inmersos en la vida rural con sus faenas y sus pandillas de adolescentes grandecitos divirtiéndose, bebiendo y emborrachándose para pelear mejor. Anthony, apodado Totone, el protagonista de la película, es uno de ellos. Es más bien ocioso, fanfarrón y no se involucra en los trabajos de la granja que regenta su padre, pero su vida cambia cuando este desaparece tras una velada de borrachera. De hecho, Totone debe cuidar de su hermana Claire, de nueve años, lo que le lleva a asumir una responsabilidad para la que no está preparado. En esta película, algunos también pueden ver una película sobre la transición de la fiesta despreocupada de la adolescencia a la responsabilidad adulta, pero este aspecto sigue siendo muy discutible, porque el escenario contiene muchas inverosimilitudes.

       Las escenas son a menudo dispares y la imagen de la desgracia y de la felicidad no está exenta de numerosos clichés. Es una pena que las historias que se suceden carezcan de escritura y la interpretación falte de precisión. A veces, puede flotar la impresión de una pintura ingenua de cierta Francia… Nos hubiera gustado, tal vez, más sutileza y una película más lograda, porque de la sutileza a llevar zuecos de madera gordos y pesados sólo hay un paso que Holy cow cruzó varias veces. Sin embargo, Clément Favreau en el papel de Totone es bastante entrañable y conmovedor, mientras que la madurez de la hermana pequeña no convence del todo. Algunas figuras tranquilizadoras son fácilmente identificables y se refieren principalmente a personajes femeninos, capaces de devolver la armonía al trío formado por Totone y sus dos amigos, por ejemplo. Pero el sentimentalismo de las emociones caramelizadas lo socava todo.

        Las actuaciones de algunos actores jóvenes y no profesionales (locales) son a veces  exageradas y hacen que determinadas escenas provoquen una sonrisa. En general, los personajes son bastante toscos, probablemente para realzar el efecto de verosimilitud. La directora y el director de fotografía seguramente disfrutaron de los bonitos paisajes de la campiña francesa, pero para los espectadores son placeres pasajeros, ya que hay notas falsas y lugares comunes como ya se ha señalado. La simpatía que desprenden Totone y su astuta hermana pequeña no es suficiente, porque se debe reconocer que la película conduce al vacío. Vamos de cliché en cliché para terminar con un gran cliché cinematográfico. La historia se enreda en una trama confusa y sin ritmo real. Además la película se define como una comedia, pero ¿hay comedia en esta película?

       Al contrario, el largometraje lleva camino a esencializar, sin querer, un mundo según el principio de la mirada complaciente. Muestra el Franco Condado bajo un sol radiante y filmado durante un verano brillante. También es un escenario ilustrado de una telefilm anticuada que ha vuelto a ponerse de moda. Sin profundidad ni singularidad. La película se siente como ir de compras a un mercadillo: hay que hurgar entre el cúmulo de baratijas para encontrar algo que te guste y es muy difícil, por no decir imposible, encontrarlo.  Por mi parte, salí del cine con las manos vacías.

Vista en D’A : Festival Internacional de Cinema d’Autor de Barcelona

Holy cow – Crítica_ versión en francés

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