Michel HAZANAVICIUS, Francia, Bélgica, 2024
Crítica de Véronique Gille, traducción adaptada
Duración: 81 min.
Año: 2024
País: Francia
Dirección: Michel Hazanavicius
Guion: Michel Hazanavicius. Novela: Jean-Claude Grumberg
Reparto (voces): Dominique Blanc, Grégory Gadebois, Denis Podalydès, Serge Hazanavicius, Antonin Maurel, Adam Carage, Jean-Louis Trintignant, Aleksandr Petrov,
Música: Alexandre Desplat
Género: Animación. Drama. Nazismo. Segunda Guerra Mundial
Un leñador y su esposa viven solos en un bosque hostil y aislado en Francia, donde la vida es dura. Viven en el silencio de la pobreza, aunque intercalado con los pasos retumbantes de los trenes de carga que atraviesan el bosque. Es la guerra. La segunda Guerra mundial. En realidad, los bienes son también mujeres, hombres, niños, bebés que lloran, todos conducidos hacia un horizonte siniestro. Un buen día, en su bosque, la mujer del leñador oye los llantos de un bebé abandonado en las vías en las paradas aleatorias del tren. Ella decide tenerlo en sus brazos por mucho tiempo. Ochenta años después de la liberación del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, la película de animación de Michel Hazanavicius presenta un relato cuya historia podría ser la nuestra y, además, tal vez realmente lo sea.


La historia de esta bebé, una niña pequeña, recogida y amada, hubiera podido ser la de aquellos que no pudieron escapar de este viaje infernal en carros de ganado, al infierno de las cámaras de gas y de los hornos crematorios. La mercancía más preciosa es una obra dibujada de manera conmovedora por su tema donde la poesía visual refuerza la dureza de lo que pasó. Es una mirada a la historia y a la tragedia humana y enseña cómo la animación se presta al tratamiento de temas serios porque la película, soberbia, está hábilmente construida. No sólo porque favorece la complejidad hasta el trazo, a la vez esbozado e impetuoso, sino que además resucita una época a través de un encuentro: el de una leñadora necesitada de un niño y de una bebé abandonada y rescatada en medio de un bosque nevado.


El escenario demuestra hasta qué punto el odio no necesita causas para existir, sino sólo hacer del prójimo un Otro, aunque sea sólo una bebé. Sobrio, sin presiones sentimentales en la mayoría de las escenas, el director revive la figura de las personas anónimas que ayudaron a aquellos que algunos calificaron de “sin corazones”, redibujando aquella época trágica, pero con esperanza. Singular, el dibujo animado hace de obra de memoria a la vez que rinde homenaje al arte gráfico: transmite valentía y amor, aunque a veces su estética sea seca. La propia animación no duda en practicar el borrado y jugar con la inmovilidad de los personajes. A menudo, los dibujos cobran vida y se congelan. Debemos rescatarnos del olvido, ciertamente, pero también arreglar los vagabundeos morales de un mundo presa de la locura bélica.


Michel Hazanavicius sumerge al espectador en un cuento (supuesto) que honra como se merecen a los “Justos”, salvadores desconocidos, un relato histórico donde la ternura encuentra su lugar. Es una hermosa adaptación pensada para todos, no diluida, que demuestra que la tragedia está ahí, en el marco de un dibujo lineal claro. Por supuesto, la película es en gran medida didáctica – la evocación de los campos, de la Colaboración, de la Resistencia, de los “Sonderkommandos” o prisioneros responsables de los peores trabajos de los campos, de la Liberación -, pero la emoción nace precisamente entre el contraste de esta línea clara del dibujo y la oscura tragedia de la historia. Muchas imágenes quedarán grabadas (las del campo de concentración, de la salida del padre del campo, de su vergüenza al reconocer la manta que envolvía a su bebé abandonada en las vías), perfectamente acompañadas por la sensibilidad y la belleza de la música compuesta por Alexandre Desplats.


La película no lo logra en todo – la secuencia final es emocionalmente inquietante – pero cuestiona de manera relevante el culto a la memoria, en relación con un mensaje que hoy tiende a desaparecer y se extiende hacia el pasado cuestionando nuestro tiempo. Esta crónica sencilla, conmovedora y saludable traza un vínculo difícil pero necesario entre el pasado y el presente, dando sustancia a la historia. Pero no nos perdamos en los remolinos de la realidad porque la película es un cuento, nos recuerda el narrador en la secuencia final, un cuento que tiene el poder de la imaginación como remedio para el horror y una fuerza viva de inspiración a través de la cual todos pueden encontrar el camino hacia la memoria. Un cuento que invoca el pasado para no convertirlo en un museo, sino para mantenerlo vivo. Para mirar, para escuchar…


Vista en BCN FILM FEST IX de Barcelona
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