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Comedia, Drama

Las mejores familias (crítica)

Las mejores familias, película de Javier Fuentes-León, 2020

                                                         Traducción adaptada de Véronique  Gille

Duración: 88 min.

Año: 2020
País: Perú
Dirección: Javier Fuentes-León
Guion: Javier Fuentes-León
Música: Selma Mutal
Fotografía: Mauricio Vidal
Reparto: Tatiana Astengo, Grapa Paola, Gracia Olayo, Gabriela Velásquez, Jely Reategui, César Ritter, Sonia Seminario, Giovanni Ciccia, Vanessa Saba, Marco Zunino, Jimena Lindo, Carlos Carlín, Roberto Cano, Lizet Chavez, Rodrigo Palacios, Carlos Solano, Pold Gastello
Género: Drama. Comedia

En una puesta en escena desmedida y perfectamente previsible, esta película peruana narra un trozo de vida de una familia de alto copete decentemente constituida y que vive en un paraíso bajo campana. Una jaula de oro. Está regida por una matriarcado autoritario que no vacilará en lavar los trapos sucios de la familia durante la celebración del cumpleaños de una de las dos matriarcas, Alicia, con más o menos intimidad. La familia está reunida, pero juega a des-reunirse con mucho menos que más éxito a lo largo de la película. Ajustes de cuentas y secretos en los que padres e hijos -ya adultos- no se asumen a sí mismos.

Está escrito que la película es una comedia, pues el espectador quiere sonreír, hasta reír de ser posible. Pero no sonríe ni ríe porque esta supuesta comedia no es ni graciosa, ni emocionante. Desgraciadamente Las mejores familias es un film sin meta como una hélice que gira sin avanzar durante una hora y treinta y ocho minutos para llegar a ninguna parte. En esa familia, es cierto, hay intercambios que cuentan los trastornos del pasado y lo no dicho, pero las actuaciones desiguales de los actores vuelven la película aburrida a más no poder. Efectivamente los secretos de esa familia son tan previsibles que quitan cualquier interés al proyecto y a su trama.

La película abusa de los clichés y no plantea las cuestiones de fondo sobre una tragedia familiar -porque sí, es una verdadera tragedia de la que se trata- que pasó en la vida de Luzmila, empleada en el mundo de Los de arriba y abandonada, hasta traicionada por su propio mundo cómplice de Los de abajo. Y rápidamente se hace una pregunta: ¿puede ser el acoso sexual (“…el niño rico que abusa de la niña pobre…”, como lo asevera uno de los personajes) el tema de una comedia?

Por supuesto, el espectador que no es un idiota intuyó que el director se vale de la ironía y la comicidad de situaciones y palabras para mejor denunciar. Pero la espectadora que soy experimenta muchas dificultades para entender y aceptar la falta de sutileza en el análisis psicológico y que confiere a la película una pesadez a veces inaguantable. La misma espectadora no entra de verdad en la historia que, a fin de cuentas, es tristemente banal. Una historia de ayer, de hoy, de mañana y me quedé parada al borde del camino.

Dos mundos socialmente opuestos y sin embargo vinculados por la relación servil del amo y el esclavo, simbolizada por el personaje de Shirley/ Merche. Los espectadores no consiguen aferrarse ni a las situaciones tan tópicas -declaraciones racistas, homófobas, palabras clasistas despectivas e ineptas- y aún menos a los personajes tan caricaturescos: la acritud de Carmen, las iras de Alicia, la cobardía de Álvaro, la ambigüedad de Andrés, la insulsez de Merche, etc. no hacen de ellos personajes simpáticos.

¿Dónde está la reflexión, hasta en una comedia posible y tal vez antes que nada en una comedia sobre la explotación del ser humano, sobre la mentira y las consecuencias de lo no dicho? Todo es falso, fabricado, pesado, artificial, sin matices ni sutileza. ¡Los procedimientos usados son tan indigeribles y grotescos que la película casi se vuelve divertida! Bueno, el espectador no sale del film vagamente social más humano, pues demasiadas secuencias están llenas de oquedad y el final de la película está a la altura de su mediocridad y de las peores familias. Un bodrio y quizás una operación comercial, mera y sencilla y muy desgraciadamente.

Para ver versión en francés pulsar aquí.

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