Película de Ramón TÉRMENS, España, 2023
Crítica de Véronique Gille, traducción adaptada
Dirección: Ramon Térmens
Guion: Daniel Faraldo, Ramon Térmens. Novela: Andreu Martín
Director de Fotografía: Àlex Sans
Música: David Solař
Reparto: Alberto Jo Lee, Daniel Faraldo, Chacha Huang, Marcos Zan, David Arribas, Adrian Pang, Montse Germán, María Galiana, Abel Folk, Miquel Gelabert, Lucinda Clare, Gang Chi y Yao Yao
Nacionalidad: España
Duración: 136 minutos
Genero: Thriller. Yakuza & Triada. Robos.
La película de Ramón Térmens retrata algunos de los personajes del hampa china en Barcelona. Allí se acumulan todos los ingredientes de la película de suspense para una digestión más o menos fácil. Tráficos, disparos, ajustes de cuentas, lujo ostentoso, persecuciones, discotecas y bares nocturnos. Todo realzado por la mirada de tres seres perdidos en la ciudad oscura: Liang, profesor de kung fu, Pardales, ladrón profesional y responsable de una madre enferma, Tracas, ingenuo amigo del dúo anterior, que se preparan para robar la receta de la mafia sin darse cuenta de las verdaderas trágicas consecuencias de su resolución.


Debajo del brillo y el glamour, descubrimos un mundo oscuro y cruel. Las imágenes del puerto de Barcelona suelen ser bellas, por supuesto, pero quizás demasiado esperadas. La película tiene un tono convencional, incluso a veces empalagoso, y se mueve lentamente con pausas en las imágenes entre los dos mundos, igualmente demasiado marcadas. Podemos aburrirnos con esta película de serie B cuyo director parece haber llevado demasiado lejos su búsqueda de la estética para crear un entorno para dos de los protagonistas que, como es de esperar, se enamoran rápidamente. Bellas imágenes, por tanto, pero que parecen demasiado elaboradas.




Además, la imagen nunca parece natural con la presencia casi permanente de un velo brumoso azul o verde según el momento, tanto para escenas interiores como exteriores. Además, el relato sentimental prima sobre la descripción del funcionamiento de la tríada y hace esperar que los destinos personales tengan peso en este universo mafioso, cuando en realidad tienen muy poco peso. El problema de la película es que se establece una atmósfera, pero el escenario carece de relevancia y se deja llevar por la facilidad. Las actuaciones de los intérpretes no son impresionantes y están a menudo sobreactuadas y predecibles.






Asimismo, el suspenso no encuentra su lugar en la película y ninguna profundidad psicológica de los personajes logra atenuar la desilusión. La película dista mucho de ser original y no nos encierra como cabría esperar en una descripción angustiosa y precisa del infierno de las tríadas. Hay algunos toques de humor que de vez en cuando despiertan al espectador, pero a menudo suenan huecos. De hecho, no lo creemos en absoluto. Lamentablemente y a pesar de cierta buena voluntad, el cineasta aún no tiene el talento suficiente para que nos encariñemos con los tres personajes y nos hagamos estremecer sin preocuparnos por el bueno o el malo.
Además, es imposible detenerse en las escenas sentimentales en las que la película se pierde, borrando cualquier comentario sociológico que pudiera haber despertado el interés. Incluso hay que agarrarse para seguir mientras las escenas se cruzan sin claridad. Los roles se intercambian: la policía persigue y busca venganza contra los traficantes, quienes a su vez controlan las acciones de la policía a través de un topo. Lo que inicialmente parece un juego entre gatos y ratones, en realidad constituye la supresión de pautas morales. El policía es un ladrón, el ladrón es un policía. Pero a fuerza de intercambios y retornos, la película pierde en el camino lo que constituye un buen thriller.



Barcelona se reduce a un decorado simple que se ve desde lejos a través de las ventanas de las oficinas, distorsionado por la niebla o reflejado por los cristales. El acecho, los tiroteos y la propia trama se desarrollan en lugares cerrados, aparcamientos donde nada vive ni se mueve. Es más, las escenas exteriores más largas tienen lugar en la playa de las Tres Chimeneas, en las afueras de Barcelona, una playa gris y triste donde las chimeneas están apagadas, muertas, abandonadas. La ciudad da paso a los rostros de los actores, muchas veces filmados en primeros planos o planos americanos que no permiten visualizar los movimientos. Ramón Térmens fracasa en su enfoque demasiado formateado del cine negro popular, escapando a cualquier sutileza real. La película sufre por esto, porque no hay gracia. Al querer demasiado dar a la película un posible éxito fuera de fronteras, son la puesta en escena y el manejo de la película los que sufren.



Sociedad negra no es la buena película que se esperaba, culpa de su desbordamiento de efectos y flashes de todo tipo. Pero al menos el director respeta al espectador de películas policíacas porque parece que sólo tiene una idea en mente: complacer y satisfacer aunque tenga que hacer algún pacto mercantil y torcido, atraído por la quimera de la taquilla. Su película no tiene nada de vergonzoso, salvo que da la impresión de ser un entretenimiento agradable, pero de corta duración y sin futuro.

Para ver la versión en francés pulsar aquí.
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