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Drama, Presentaciones, Redes Sociales

#UNICORNIOS (crítica)

Película de Alex Lora Cercos, 2023

                                               Crítica de Véronique Gille, traducción adaptada

Duración: 93 min.

Año: 2023
País: España
Dirección: Àlex Lora
Guion: Pilar Palomero, María Mínguez, Àlex Lora, Marta Vivet

Música: Isabel Latorre

Fotografía: Thais Català
Reparto: Greta Fernández, Nora Navas, Elena Martín, Alejandro Pau, Pablo Molinero, Lidia Casanova,
Género: Drama. Romance. Redes sociales. Internet.

Isa. Narcisa. Narcisismo. Egocentrismo. Egoísmo. Estas palabras podrían definir fácilmente a la protagonista de la ópera prima del cineasta catalán Àlex Lora. Narcisismo porque la protagonista se contempla en el espejo de los que la rodean, el espejo de los demás en los que quiere verse bella, inteligente, sensible, sobre todo amable. Egocentrismo, porque todo lo que no es de su territorio se le escapa y por tanto no es digno de interés: solo ella merece toda la atención de los demás. Egoísmo porque invade libremente la vida de los demás, pero no permite que ellos invadan la suya con sus pucheros, sus exigencias caprichosas y sus… vacíos existenciales.

En definitiva, es un personaje muy antipático, casi insoportable en su búsqueda de un feminismo que en definitiva es puro conformismo. Cita a Simone de Beauvoir, autora del ensayo El segundo sexoal  presentarla  como  la  “compañera  de  Jean-Paul  Sartre”  es  un  buen  ejemplo  de  este  paradójico conformismo. Fotógrafa, busca nuevas inspiraciones, porque desde hace un tiempo ya no crea. Copia y vuelve a copiar imágenes que han sido vistas y revistas muchas veces y ella misma se convierte en una pálida e irritante copia de una ‘niña adulta’ que vive en la angustia de la norma. Copiando miles de imágenes que ve pasar todos los días ante su mirada y en su celular, se vuelve celosa y envidiosa de todo y de todos. Sartre ya escribió: “El infierno son los otros”.

Isa es incapaz de afrontar la crisis existencial que la acecha y el espectador conserva de esta película demasiados planos americanos, incluso primeros planos, de la espalda de Isa que pueden representar ese miedo a enfrentarse a las incomodidades que marcan sus días. Además, la cámara se demora demasiado en rostros y cuerpos y deja una sensación de asfixia. Sin embargo, Isa se queda de pie, una niña malcriada con la moral debilucha, con comentarios amargos, que lo quiere todo, pero no tiene nada porque no basta con pulsar las teclas de la vida, como se pulsan las teclas de un teléfono, así que este anhelo vital es lo que quieres. Es cierto que sufre una inmensa soledad, pero como no es nadie, no puede tener nada. El cineasta evoca, no siempre con delicadeza, el problema de la psicología femenina frente a los tóxicos mandatos culturales a los que acaban acomodándose las mujeres.

El lema según el cual hay que intentarlo todo en todos los ámbitos sólo siembra en Isa duda, incertidumbre y falta de responsabilidad emocional. Y tanto en contra de su voluntad como en contra de sus necesidades humanas básicas, ella aspira a los lazos sociales y la amistad. No tiene amigos de verdad, tiene seguidores… e Isa no puede comunicarse. La soledad la carcome y conduce a una cierta violencia, a menudo dirigida hacia su madre, escritora de renombre y en fase creativa, en sus palabras y en su comportamiento. Isa o el retrato que no se libera de las caricaturas –Greta Fernández sobreactúa y no deja de sobreactuar- de la adolescencia retardada. Lamentablemente, lo que el director no logra mostrar en su película es que no se trata ni más ni menos de una cuestión de cohesión social y de futuro para la sociedad en busca de jóvenes con salud mental sana y preservada. Hubiera sido necesaria una reflexión más sutil sobre el peso de los comentarios hirientes, la condena del cariño y la intimidad del personaje, así como su requerimiento a la conformidad de los tiempos.

Incomprensión y dolor ante esta cultura juvenil y sexualizada que Isa propugna, generando angustias de autodefinición en su construcción personal. La escena del colapso de Isa revela la violencia del drama que vive. También hubiera sido relevante enfatizar mucho más que en realidad es un problema cultural más que individual. Y esta relevancia habría llegado a su clímax si el cineasta se hubiera centrado en los vínculos entre la exposición continua a las imágenes, el desequilibrio emocional y la crisis de soledad engendrada por la progresiva desaparición de las necesidades reales del ser humano. Esta juventud moderna -nuevos adultos, pero ya envejecidos por las crisis existenciales- parece flotar en un vacío (lleno de imágenes) a la vez angustioso y feo -algunos planos de la película son particularmente poco atractivos, pesados y torpemente compuestos-. Algo desagradable atraviesa la fotografía, especialmente en la forma en que muestra que la sexualidad es tanto la causa de las dificultades de Isa como su único salvavidas personal. Esta exploración de la puesta en escena de uno mismo sigue siendo decorativa y de ninguna manera desvía la historia de su trayecto sin sorpresa.

Para Isa todo es un obstáculo: sus padres, sus pseudo amigos, su compañero Guillem, su compañera Marta, su competidora Abril, su jefe Mikel… Al final se trata de una microsociedad aburrida, poco divertida, sin humor y con una sobredosis de hipocresía. Partitura polifónica, poliamorosa y disonante que mezcla zona de confort, angustia, ironía cruel tras la que Greta Fernández esconde el personaje de Isa. Este carácter refleja un sistema que hoy impone su ley a casi todos. La estrechez de miras y la presión colectiva que no es necesariamente lo que creemos. Greta Fernández la convierte en una mujer frágil que quiere ser inflexible, sea cual sea el precio del dolor a pagar, pero precisamente a la actriz le resulta muy difícil expresar tantas emociones -una vez más, su juego está plagado de clichés al son de un banda musical a menudo intrusiva – y la catarsis con el espectador no opera. Isa es necesariamente insoportable, injusta, sus caprichos son mundanos, fruto de frustraciones irrisorias y, por desgracia, no tienen la profundidad perturbadora que cabría esperar.

En su conjunto, los personajes no tienen una complejidad apasionante y la película irrita rápidamente. El cineasta no permite que el personaje de Isa exista plenamente. Carácter borroso con ilusiones desvanecidas, con la observación de una vida cotidiana alejada de la vida onírica, carácter resignado a las múltiples realidades de la existencia. Isa intenta encontrar un lugar que no sabemos con qué criterios se determina. Aquí, ningún duelo imposible de hacer salvo el de sus sueños perdidos, de una exigencia adolescente e inmadura. Sin embargo, hay que reconocer que la relación de Isa con su madre es quizás el éxito de la película. Entre ellas reina cierta brusquedad en las palabras y los gestos que se intercambian, que suenan a juicios o reproches, pero surge a pesar de todo un fuerte y púdico amor filial. El hecho es que el cineasta abraza demasiado estrechamente la neurosis de Isa, inconstante, vacilante, egocéntrica y desesperada. Si le hubiera dado a su personaje el espacio necesario para existir dejando aflorar todas sus contradicciones, habría tenido una linda manera de darle la posibilidad de ganar una batalla contra la existencia.

Para ver la versión en francés pulsar aquí.

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