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Me llamo Violeta

Ficha técnica

Dirección: David Fernández de Castro, Marc Parramon

Guión: David Fernández de Castro

Música: Odil Bright

Género: Documental  – Transexualidad / transgénero

País: España

Año: 2019

Duración: 76 minutos


Crítica

Con la sala repleta y buenas expectativas acudimos todos los presentes a un documental valiente, necesario y un tanto morboso. Entre los asistentes se encontraba Nacho Vidal y Franceska Jaimes que por su popularidad, en el cine de adultos, contribuyen a la difusión de este documental del que forman parte y cuya hij@ es la protagonista. A los seis años Ignacio les dijo a sus padres: “Soy una chica, me llamo Violeta”. En el caso de Nacho Vidal comento que desde el principio ya veía que su hijo era diferente y que se decía a si mismo: “ojala sea homosexual” pero al final resulto ser transgenero e igualmente aceptó porque lo importante es la felicidad de los hijos. En sus propias palabras era aceptar que tenia una hija con pene.

Paralelamente a la exposición de la situación de Violeta y el camino hacia la aceptación, empezando por los propios padres, se muestran otras historias, siendo la principal la de Alan que se sentía hombre y que tuvo un final trágico. La aceptación comienza con los padres que, aunque puedan tener una mentalidad abierta, como es el caso de los padres de Violeta se entiende que también tengan que pasar por ese proceso.

Existen varios documentales, películas de ficción y libros sobre transgeneros pero en esta ocasión resulto especialmente conmovedora su visualización por el ambiente en el que se proyecto. A nivel del contenido fue muy emotivo el desarrollo del documental principalmente porque les habían prohibido legalmente mostrar el rostro de la menor y ello agudizo el ingenio mejorando el resultado. En este punto se compara con otros colectivos que si pueden aparecer en pantalla sin problemas como los niños con sindrome de Down apuntando a que mostrar es normalizar. Podemos pensar que no son casos comparables puesto que en un caso la condición física y psíquica están unidas sin que existe la confrontación entre el cuerpo que se habita y el genero que se tiene. Esta claro que lo mejor es normalizar las situaciones y aceptar las diferencias que enriquecen la vida pero tal vez estos niños protagonistas vayan a cargar con una presión mediática que no les ayude. El exponerse es valiente pero carga de responsabilidad. Seguro que no es el caso y no va pasar pero uno puede plantearse, con protagonistas tan jóvenes, niños, ¿pueden llegar a cambiar de opinión? ¿puede haber un atisbo de confusión?

En lo referente al entorno nos emocionamos todos ante las palabras de la madre de Alan y las de Nacho y Franceska y finalmente por la participación de una mujer entre el público cuya hija de 5 años, que se siente chico, tuvo el coraje de subir a una tarima de la plaza del pueblo diciendo que ella era Max.

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Debe ser muy complicado vivir en esa dicotomia entre lo que se es físicamente y lo que se siente psicológicamente. Especialmente duro teniendo en cuenta que son elecciones en edades que no deberían ser para decisiones tan sumamente trascendentales y que afectarán a toda una vida. Especialmente molesta debe ser la diferencia entre los documentos oficiales (DNI por ejemplo) y lo que se muestra físicamente y sobretodo que alguien les recuerde el nombre muerto, aquel nombre correspondiente a un genero que no les corresponde.

Cuando se trata de diálogos de más profundidad, en lo referente a la historia principal, es Nacho el que aparece con su hija destacando una conversación en la que se matiza sobre la tristeza de los finales, señalando que también son nuevos inicios y que en realidad nunca se pierde. El propio documental finaliza dando la sensación de ser el comienzo de algo, gracias también a lo que se muestra y no desvelaré.

En todo caso es un documental totalmente recomendable que ayuda a aceptar la diversidad porque lo natural es eso, la diversidad.

En el coloquio del final destacó la participación de Nacho Vidal que con el micro en la mano se lanzo de forma contundente y clara a expresar sus opiniones al respecto. Utilizo expresiones duras pero con buen fondo. Entre otras cosas explico que todos necesitamos ir evolucionando y que en su momento y por su situación personal hizo declaraciones llenas de ira hacia el colectivo que estaba detrás del famoso autobús con la frase: “Los niños tienen pene. Las niñas tienen vulva. Que no te engañen”. Actualmente afirmo que les comprende porque el pensaba igual mucho antes de que naciera su hija y que un hombre vestido de mujer era un maricón pero puntualizo que eso era antes y que la gente tiene un desarrollo. Por televisión afirmo con rabia que pasaría con las ruedas del autobús 50 veces sobre la cabeza del que tuvo la idea. Ahora siente pena porque no han pasado por el crecimiento personal por el que él paso. También comento que ellos recibieron mensajes de ira relativos a esta situación en los que se observaba esta situación como consecuencia (castigo) de sus trabajos en la industria del cine para adultos.

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  1. Con lo que explicas, me das ganas de verlo, gracias!!

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